Las cadenas de suministro del siglo XX crecieron sofisticadamente en respuesta a este enigma, impulsando los sistemas de planificación empresarial (ERP) que fueron creciendo al conectarse hasta que gobernaron toda la empresa. Estos sistemas, de hecho, permiten que las empresas sean mucho más eficientes, pero a medida que evolucionaron en complejidad, los propios sistemas se volvieron monolíticos, incapaz de igualar la velocidad creciente de la industria moderna.